Porque está buena la playa. Churros, panqueques, asados, sol. Y obviamente: el mar (¡pensar que hay gente que va y no se mete!).
Candela, Li y yo, en Villa Gesell, antes del comienzo de la temporada de boliches, tarjeteros, espectáculos callejeros, carpas, embotellamientos, colas para comer.